Se fue tan rápido que ni siquiera le pudimos decir chau. Nos dejó solos y con una sensación amarga de no haber podido compartir ese último asado en la casa de Mecha. ¿Cómo encontrar una respuesta a su partida? ¿Cómo explicar que, a pesar de que ya no está acá, siempre sentiremos su presencia sin importar lo que hagamos y dónde estemos? Y quizás esa sea la solución para que ese golpe no duela tanto. Sí, el Tucu nunca se irá!!!!
sábado, 29 de agosto de 2009
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