miércoles, 9 de septiembre de 2009

La locura de Amín



¿Amín es loco o se hace? La respuesta, por ahora, nadie la sabe. Lo único cierto es que se desató una enorme polémica que demuestra que todos estamos un poco locos. A saber:
Hay que estar loco para sacarle los ojos, lastimar con un bisturí y matar a golpes a la mujer que decís amar en la habitación de un hotel, donde hay muchísima gente y en un lugar extraño como es una provincia a la que no conocés. No tiene un pelo de loco (y mucho menos de tonto) si escondió o arrojó el elemento que utilizó (supuestamente un bisturí) para cometer semejante crimen.
Hay que estar loco para rendirse, a pesar de medir dos metros y pesar más de 100 kilos, ante el primer agente de Patrulla Urbana que, con el cagazo que tenía, apenas si podía sostener el arma con la que lo apuntaba. No es de loco decir, antes de que te pongan las esposas, "por qué me hacen esto si soy inimputable".
Hay que estar loco para pensar que sus defensores no lo iban a hacer pasar por loco para zafar de una condena que lo podría mantener de por vida. Se van volver locos los jueces si entran a analizar cada uno de los diagnósticos de los psicólogos y psiquiatras que trataron su locura. Ninguno coincidió. Cosas de locos.
Es muy loco leer todos los comentarios sobre este loco. Y hay que estar loco si alguien piensa que la muerte es el mejor castigo. Esa locura ya la vivimos los argentinos. Que país de locos.

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